lunes, 20 de enero de 2014

Acciones inesperadas.

Despertar por las mañanas en una cama que no es la tuya, abrir los ojos y ver la habitación que prácticamente nada tiene en común con la de tu casa, esperar tumbada a que alguien venga a levantarte diciéndote "Buenos días" "Vamos que vas a llegar tarde" "Espabila" ya sea que te lo digan al odio y te den un beso o desde la planta de abajo gritándotelo. Puede que os parezca extraño pero incluso echo de menos que mis padres o mi hermano no vengan a despertarme con sus rituales que hace un par de meses no los quería.
El primer punto es asimilar que en donde estoy es mi "casa" ahora y hasta dentro de unos meses, tengo que sobreponerme a que nadie vendrá a despertarme, el que lo hará será la dichosa alarma del móvil que a las 06.30 me da los "Guten Morgen liebe Maria".
El paso dos es muy sencillo solo se trata de empezar la rutina y más me vale que tenga parte de ella planeada porque sino puede serme un caos extremo.
Pero lo que siempre perdura día tras día es que lo que más espero una vez que salgo a la calle es encontarme con algo para mi en el buzón, ya sea una postal, una carta, un paquete... que me haga ver que se acuerdan de mi como yo de ellos. Porque los whatssap me son indiferente al igual que facebook y twitter pues todo termina por desaparecer pasado un tiempo pero las cartas siempre están contigo y no solo me sirven para ponerlas en la pared y verlas sino también para leerlas y releerlas, para reír y para llorar, para sonreír y para disfrutar.


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