lunes, 3 de febrero de 2014

Medio año en Austria de sentimientos.

Seis meses y cada uno de ellos con nuevas oportunidades, trenes que partían hacía su destino pero que la mayoría no estacionaban, coches con prisas y personas sin palabras, chapurreos de idiomas por las calles incluso en las terrazas.

 Los dos primeros meses fueron de shorts y espaldas, de esperanzas y desgracias, de disfrute y conocimientos pero ante todo de un buen comienzo.

El tercero fue de incertidumbre y desasosiego, de planes rotos al igual que los sueños, también de amor y descubrimiento.

El cuarto fue de finales y comienzos, de cuadros pintorescos al igual que las fotos colgando en el techo, de nuevas amistades que se grabaron con fuego en el hierro.

El quinto y sexto fueron de los más llenos : navidades, familia y muchos gestos. Acabó el año como un reto y diría que para mí el año fue también demasiado completo. Bienvenidas y despedidas con esperanzas consumidas. Lo mejor fue que regresé con compañía aunque hubiera una vacante vacía. Sentí la soledad a finales del medio año y pensé que la vela se apagaría por lo que cerré la ventana y entonces la llama relucía.

Así fueron mis meses de idas y venidas, de tristeza y alegrías, de sueños y metas cumplidas, de fracasos y caídas.


Caídas por las que me levanto con mucha más energía, fracasos que acabaron en anécdotas y  tristezas que se fueron con las tormentas.


-María JGarcía

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