domingo, 6 de diciembre de 2015

Para ti.

Algún día te darás cuenta de que no hay monstruos en el armario y que los reyes magos no te vigilan para ver todo lo malo que haces. Créeme, he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies y la voz, que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente, que el mundo está plagado de personas agradables y, a la vez, de personas que no merecen ser llamadas personas.

También que aquello prohibido es lo que más se desea. Y que lo que crees imposible también llega a cumplirse. Ahora sé que los tacones a las cuatro de la mañana ya no están en los pies, o que las medias se rompen muy fácilmente y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas.

Y sí, llegó el día en el que me dí cuenta de que la vida está para reírte con ella; que si te caes, solo tienes que levantarte; que no te importe el pasado pero que siempre lo tengas en cuenta, que la vida es alegrarte los viernes y joderte los lunes, salir un sábado y estar sin pasta un domingo, gritarle un te quiero a todas las personas que quieres y saber pedir perdón, tener las cosas claras y decidirte en el último momento, jugar con fuego y quemarte, hacer estupideces sin parar pero que no te importe lo que piensen los demás, abrazarte a quien te abrace y a quien no quiera no te abraza y punto, porque sentir dolor es inevitable, pero sufrir es opcional.



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